dissabte, 4 de juny del 2011

Gràcia

Nacida fuera de los muros de la densa Barcelona medieval, Gracia aún se siente como un pueblo independiente que creció y se consolidó de una forma específica, mucho antes del Eixample de Cerdà diluirla en un continuo borrón urbano. Su ambiente al mismo tiempo bohemio y familiar y su escala amigable le dan una personalidad muy distinta de la Ciutat Vella y posibilitan un estilo de vida bastante atractivo, seguro, tranquilo y todavía cosmopolita. Esta imagen ideal fue incentivando un fenómeno de gentrification y al mismo tiempo que se afirmaba como el lugar ideal para las clases sociales más altas (dentro y fuera del país) Gracia se transformó en un lugar elitista, con un precio de sólo inaccesible a sus habitantes tradicionales.
Este ejemplo de un pequeño pueblo de gente humilde que en un momento de su historia se convierte en una zona residencial muy atractiva y de alto precio me recuerda la Foz Velha do Douro en Porto (desembocadura del rio Duero y antiguo punto de entrada en la ciudad). Esta línea de tierra rocosa limitada por del mar al oeste y por del rio al sur, nasció como un pequeño pueblo de pescadores y agricultores que se dispusieron alrededor de un monasterio que databa ya del siglo VI.
Así se mantuvo hasta el siglo XVIII, cuando las órdenes religiosas fueran extintas y el pequeño pueblo fue incorporado en la ciudad de Porto. Tras este cambio la Foz Velha empezó a crecer de una forma más evidente, se desarrollaron los medios de transporte y la conexión con el centro de la ciudad. El nacimiento de hábitos sociales relacionados con la playa y el mar transformó la identidad del lugar y atrajo un nuevo tipo de populación. La Foz se transformó en lugar de ocio y tertulias, donde convivían los artistas y la alta burguesía de Porto y se destacaban los magníficos paseos marítimo y fluvial, y así se mantuvo hasta nuestros tiempos.