dissabte, 4 de juny del 2011

150 años, y aún en evolución

Podríamos comentar una gran cantidad de características hablando sobre el Eixample Cerdà. Podríamos hablar sobre su geometría, su densidad, el transporte rodado, los contactos con la ciudad existente, su adaptabilidad, sus usos, su adecuación al territorio, la movilidad, la monotonía… Todas ellas son características particulares de este ensanche, y que dan de sí lo suficiente como para dedicarles más de una página a cada una. Personalmente, me parece interesante fijarme en el tratamiento de los patios de manzana. Seguramente es uno de los temas más tratados últimamente, no en vano se han recuperado y acondicionado unos cuantos interiores de manzana para uso público en los últimos años.

En primer lugar, me pareció muy interesante la manera de colocarse de la editorial de Gustavo Gili. Esa ausencia de contacto con los límites del patio dotaba a esos encuentros de una calidad inexistente en la mayoría de patios de manzana de Barcelona. Un simple vaciado permite a las viviendas de las primeras plantas respirar algo más de aire y no tener un muro sin atractivo alguno a medio palmo de sus terrazas.

Por otra parte, creo que no debemos olvidar la gran cantidad de superficie que representan los patios en Barcelona. Hoy en día, excepto en algunos pocos casos, todos esos metros cuadrados están ocupados por comercios, almacenes, párquines, grandes superficies o la nada más absoluta. Ante la dramática ausencia de espacios públicos de mediana escala en esta parte de la ciudad, el plantearse una red de “patios-parque” (como creo que ya se está haciendo) es algo muy positivo para el barrio.

Obviamente, no todos los patios deben convertirse en públicos tampoco, porque el exceso de espacio público no haría más que desertizarlos todos ellos. Otro posible uso, como vimos en el recorrido y podemos encontrar en otros puntos, es convertirlos en “patios-equipados”. Es decir, que un equipamiento o parte de él ocuparan el patio. No son pocos los casos en los que el patio de recreo de un colegio, un mercado, un ambulatorio, etc. ocupan estos solares. Esto le da al patio de manzana un valor añadido, un servicio a la colectividad que es accesible al menos por una parte representativa de la misma.

El otro caso de ocupación corresponde a la privada. En este caso debemos distinguir dos soluciones diferentes: el edificio privado que ocupa el patio entero (como la Gustavo Gili) o la fragmentación de éste para ser ocupado por varios comercios o negocios diferentes. En el primer caso, es fundamental el papel del arquitecto, del cual dependerá la habitabilidad y la dignidad de ese patio. En el segundo caso, la responsabilidad recae sobre la normativa, que debería estipular la manera, aunque sea de un modo genérico, en la que debe llevarse a cabo la ocupación de ese patio. Debería ser especialmente cuidadoso en los contactos con los vecinos y en la imagen (altura y acabados especialmente) de las cubiertas, la famosa quinta fachada.

En resumen, un diseño de las redes urbanas y una regulación más concienzuda de los patios de manzana ayudarían a mejorar un tejido urbano que, a pesar de sus múltiples bondades, es aún mejorable.