Llegué a Barcelona un año después del Forum de las Culturas. Desde fuera solo se había visto como un evento especulativo más y parecía que su éxito dependía estrictamente de las ganancias económicas. Pero el ciudadano de a pie barcelonés estaba más preocupado por otra cosa : Por fin, tras casi 150 años del plan Cerdá, la Diagonal iba a llegar al mar. ¿Qué harán? …y parece que el resultado decepcionó a la mayoría. Probablemente haya muchos aspectos (la gestión de residuos, la regeneración de las zonas contiguas…) que hayan sido notablemente mejorados con la actuación. Pero cuando se realizan este tipo de mega-operaciones rápidas en las que la construcción de una gran superficie se realiza de un plumazo y mediante un proyecto único siempre aparece una sensación de proyecto ajeno a la ciudad. Años después de su inauguración, a los barceloneses les cuesta entender el Forum como una parte de “su” ciudad. Además, el desmesurado tamaño de las superficies del Forum contribuye a darle un aspecto dehumanizado.
Durango estuvo a punto de tener una situación parecida cuando hace unos años, la compañía Euskotren, propietaria de una gran superficie de terreno en medio del pueblo decidió financiar el soterramiento del tren y su edificio de oficinas añadiendo al proyecto 5 torres de viviendas de lujo. Los Durangueses entendíamos que aquellas obras no iban dirigidas al beneficio del ciudadano. Un concurso internacional para la construcción de unas torres que superaban en 10 plantas la altura media del pueblo no parecía la mejor solución para unos terrenos que llevábamos toda la vida queriendo disfrutar, pero nos contentábamos con ver las vías soterradas.
Por suerte llegó la crisis y todo se ralentizó hasta el punto de que a día de hoy sólo se ve claro el soterramiento. Poco a poco se irá construyendo el resto, ya sea con el proyecto inicial o con otros, pero espero que esa dilatación en el tiempo nos permita a los Durangueses asimilar los cambios dentro de la percepción de “nuestra” ciudad.
