dijous, 24 de febrer del 2011

Allada Vermell//Pou de la Figuera


Vivo en Ciutat Vella desde 4 años. Antes estuve viviendo dos años en Turín, Italia, aún antes en Sant Just Desvern, y en Colonia, Alemania.

Durante los últimos años el Casc Antic ha sido “mi barrio”. Dos de sus espacios más recientes son fruto de los esponjamientos realizados en toda la Ciutat Vella durante los últimos 20 años: uno es la calle Allada Vermell, el otro el Pou de la Figuera.

El primero existe desde 1994, y ya se ha integrado completamente en el tejido histórico; su forma curva y su escala lo hacen un espacio agradable de paso, pero también una plaza donde quedarse. Sus colores son cálidos, sus fachadas restauradas y los árboles filtran la luz del sol. En este espacio conviven niños, gente del barrio y algún que otro turista; terrazas de bares, bancos y espacios de juego.

El Pou de la Figuera, o Forat de la Vergonya, es más reciente, su nacimiento ha sido lento, gradual, lleno de polémicas. Y después de unos años que está “acabado”, sigue siendo un espacio completamente distinto al anterior, aunque los separan pocos metros. Es muy grande, quizá excesivamente. No es tan pintoresco, muchas de las casas que lo rodean son construcciones nuevas. Su centro es un gran vacío, un campo de juego cubierto del sólito sauló, que todo lo vuelve marrón y encharcado. Pero están jugando siempre más adolescentes allí, habitantes de la plaza, niños y sus padres que lo llenan de vida. Cuesta habitar un espacio tan grande y tan rectangular, juntar en él gente de lugares tan distintos como los que habitan las casas alrededor. Ha nacido un casal, un pequeño huerto urbano, y la gente poco a poco ha empezado poblar la plaza por zonas. Aún hay momentos y puntos desolados, pero también este nuevo espacio está empezando a formar parte del barrio.