divendres, 18 de febrer del 2011

Ciudades que luego son historia

Este martes pasado realizamos la visita a la parte de Barcelona que considero más rica en cultura, historia, interés urbanístico y, a la vez, más necesitada de intervenciones que permitan un adecuado nivel de vida y biniestar.
Es lo que suele pasar siempre con las ciudades cuyos cascos históricos llevan siglos redibujándose a ellos mismos, intentando no quedarse atrás con respecto a los nuevos focos de atracción urbana. Barcelona, como ciudad milenaria, ha atravesado épocas romana, gótica, renacentista, neos, modernista.... y el corazón histórico siempre ha sido un elemento urbano difícil de retocar por las etapas más recientes de la ciudad.
En el siglo XIX, se realizaron las primeras intervenciones urbanísticas con la apertura de la calle Ferran, la plaza Sant Jaume, vía Laietana, etc. para una mayor salubridad del lugar...y poco más se ha hecho hasta la época actual. Intervenciones concretas que hacen difícil otras mayores debido al alto grado de nostalgia que hay por épocas pasadas, por edificios que no cumplen el grado de bienestar que ahora exijimos...y, sin embargo, son esas partes de la ciudad a las que les perdonamos todo.
Encuentro en verdad una gran similitud entre Barcelona y mi ciudad, Zaragoza, en lo que se refiere al casco más histórico de la ciudad. Hasta la eclosión como metrópoli de Barcelona en el siglo XIX, las dos ciudades han vivido los mismos periodos históricos. Ambas tienen más de dos mil años de historia. Cada una de ellas ha tenido sus épocas de explendor y decadencia. Zaragoza tuvo su punto álgido hacia 1600 cuando se le llamaba Zaragoza "la harta" por la gran cantidad de palacios renacentistas que ocupaban sus calles. Por contra, también ha tenido su momento de decadencia con los sitios que permitieron levantarse la ciudad en contra del imperio napoleónico, destruyendo una buena parte de la misma.
Sin embargo, el casco ahí sigue, igual que en Barcelona, con los mismos problemas de salubridad, con intervenciones muy puntuales que permitan revitalizar la zona pero sin interferir el la majestuosidad de los grandes palacios e iglesias de épocas pasadas, manteniendo intacto aquello que hoy llamamos histórico y que en otros momentos no fueron más que el desarrollo la propia ciudad.