dilluns, 6 de juny del 2011

L’Eixample: desilusión y decepción ante una obra maestra desfigurada...

El genial Plan Cerdá de 1859, visionario, innovador i que influyó en la mayoría de ciudades españolas en expansión a principios del s. XX (como podemos ver en la exposición del Hall de la ETSAB, entre las que se incluye Palma con su plan Calvet) presenta hoy en día, a mi entender, grandes deficiencias en su funcionamiento como base al desarrollo de la vida humana en la urbe contemporánea. Si bien ideado a mitad del siglo XIX, su mayor expansión se llevó a cabo a partir de los años 50, durante el auge de la especulación inmobiliaria, la explosión del automóvil y la petro-economía, que conllevaron numerosas modificaciones que desfiguraron la idea inicial, por culpa del sistema emergente y de políticos irresponsables.

Hoy en día, debido a ello, y después de haber vivido en él durante unos años, creo que el ensanche no es más que una retícula de enormes calles monótonas destinadas al tráfico rodado, que margina al peatón en estrechas aceras ocupadas por motocicletas estacionadas, que respira un aire altamente polucionado y que tiene que soportar unos niveles de ruido insoportable y muy por encima de lo que hubiera imaginado Cerdà en sus parques interiores de manzana, también inexistentes ya que los patios interiores están ocupados (desconozco si legal o ilegalmente)por antiguas naves industriales o fábricas, mayoritariamente reconvertidas hoy en dormitorios de la ingente cantidad de automóviles que de día circulan por la “malla”. Así pues, en ausencia de los parques de interior de manzana, ¿qué espacios públicos quedan? Alguna pequeña plaza desperdigada en la enorme extensión de ensanche, completamente insuficiente. Recuerdo ahora que en segundo, en Urbanística II, un profesor de la escuela que no viene a cuento nombrar, aseveró que el espacio público en el ensanche son los chaflanes… Pues bien, yo en los chaflanes, salvo en el cruce Aragón con Enric Granados, solo veo coches aparcados, contenedores de basura y asfalto. Quizá sería una buena idea tomar las palabras del señor profesor y convertirlos en mini plazoletas, que al menos darían un respiro.

Finalmente, después de tal diatriba, solo me queda criticar la arquitectura cansina y setentera, de pésima calidad tanto espacial como material, que predomina en el ensanche. Por cada 2 o 3 obras maestras modernistas, nos tragamos cientos de edificios anodinos que más que aportar diversidad, aburren hasta la saciedad.

Por supuesto que la densidad actual del ensanche genera vida, sociedad, aloja equipamientos y comercio, y contiene un enorme tejido económico. Además, la malla conecta eficientemente cualquier parte de Barcelona y sirve de base a un transporte público mejorable, pero superior a la media. ¿Pero qué precio pagamos por esta “efectividad”? ¿Dónde está la escala humana y de barrio que tanto alabamos de Gracia, Sants, Les Corts, Poble Sec...

Al final solo se me ocurre que Barcelona, al contrario de lo que se suele explicar, no es interesante hoy en día por el “Eixample”. Éste tan solo es la argamasa excesiva contemporánea que aglomera las partes genuinas que dan identidad y diversidad al conjunto.

Yo solo sé que no vuelvo a vivir en el ensanche jamás, a menos que cambien mucho las cosas.

El Plan Calvet de Palma de Mallorca, ensanche de 1901 herencia del Plan Cerdá