dilluns, 9 de maig del 2011

aprendiendo lecciones

Se podría decir que el término “polígono de viviendas” no tiene muy buena fama, más bien al contrario. La gente suele asociarlo a pobreza, inmigración, inseguridad y conflictos. En realidad es una fama más que ganada. Son innumerables los ejemplos de lugares destinados a albergar una gran cantidad de población a bajo coste que han producido problemas como esos. Pero no por ello debemos renunciar a ellos, o agruparlos todos en este colectivo de barrios problemáticos. Es necesario hacer una reflexión previa, pensar el porqué de las cosas y tratar de buscar soluciones para el presente y mejoras para el futuro.

Algo de esto se ha hecho en el polígono de Sudoest Besòs, y también en otros muchos polígonos de viviendas. Por ejemplo, alguna de las cosas que sabemos ahora y que no se tuvieron en cuenta antaño es que la segregación social produce problemas de manera directa. Generar barrios por rentas, que es lo que venía a suceder, acaba provocando conflictos tanto internos del barrio como externos a él, en su relación con el resto de la ciudad. Tampoco ayuda el hecho de centrarse en el diseño de aquella pastilla en concreto, ya que su relación con el resto del tejido es vital para un adecuado desarrollo del barrio y la ciudad. En este apartado entra el diseño urbanístico y el de las infraestructuras y transporte público.

También resulta fundamental el adecuado tratamiento del espacio público, que por el hecho de existir no significa que deba funcionar. Esto conlleva un adecuado diseño del mobiliario, espacios, relaciones entre ellos y de programa vinculado a los mismos. Una calle no es calle y una plaza no es plaza si en ellas no sucede nada, se acaban convirtiendo en simples “autopistas peatonales”, espacios de tránsito, pero no de permanencia. Y todo ello sumado hace que el ciudadano no sea capaz de apropiarse de ese espacio, y por tanto, tampoco de generar ningún interés por cuidarlo.

En polígonos como el de la visita o en el de La Mina se han llevado a cabo estas reflexiones, y se ha tratado de mejorar lo que había dentro de lo posible. En primer lugar se busca conectar el barrio con el resto de la ciudad introduciendo el transporte público y entrelazando ambos tejidos (polígono-ciudad) mediante bulevares y calles. En segundo lugar, se dignifica el espacio público. Esto implica no solo poner bancos y farolas, sino también generar actividad en esos espacios mediante comercio y equipamientos públicos. Además es necesario repensar todo ese vacío como un conjunto, un conjunto unido a otro mayor que es el de la ciudad, y darle un nuevo orden. Plantearse generar una diversidad social de manera directa es algo bastante más complicado, pero la llegada de actividades y puestos de trabajo puede producir esa mezcla progresiva e indirectamente.

En resumen, “pequeñas” operaciones en un tejido degradado pueden revitalizarlo enormemente. En cuanto al futuro, y a pesar de que en algunos casos parece que no hayamos aprendido la lección, sí que se ven algunos avances tanto en legislación como en diseño urbanístico. El hecho de tener que incorporar un porcentaje de VPOs en cada promoción favorece la diversidad social de los nuevos barrios, y la búsqueda de usos mixtos en todos los barrios ayuda también a generar actividad, riqueza y complejidad.

El caso de Vitoria, por otro lado, es algo realmente peculiar que trataré de explicar brevemente. Visto en planos, sorprende ver que la gran mayoría de lo construido entre los ensanches del XIX-XX y los nuevos barrios de los últimos 20 años son polígonos. En realidad, parece que la ciudad hubiera crecido por pequeños fragmentos. La ventaja de estos polígonos respecto a los que pudimos ver en la visita es, seguramente, su tamaño. Se trata en la mayoría de casos de promociones pequeñas, que no son capaces de crear un barrio por sí mismas, y que inevitablemente tienen que ir entrelazándose para generar el tejido urbano. Además, cada promoción tiene diferentes tipologías de vivienda, por lo que se genera una diversidad social de manera natural. Todo ello, junto con una política clara por parte del consistorio de dotar a cada área de la ciudad de servicios como centros cívicos, polideportivos, ambulatorios, residencias para mayores, etc. y de un cuidado del espacio público muy alto, ha permitido generar un tejido bastante armónico y evitar la creación de guetos. Los lugares más conflictivos han resultado ser aquellos de mayor tamaño y menor intervención del ayuntamiento, cosa que se ha tratado de corregir en los últimos años.

Para acabar, la palabra “polígono” no implica necesariamente la creación de un gueto. Disponemos de numerosas herramientas y múltiples ejemplos previos para poder construir (y REconstruir) nuestras ciudades de una manera más armónica y equitativa. Ahora es cuestión de ponerlas en práctica.