dimecres, 6 d’abril del 2011

Poble Sec

El Poble Sec es un ejemplo claro de cómo una ciudad crece de diversas formas y de cómo todas ellas se pueden tornar saludables y, incluso, estimulantes. Su crecimiento más o menos espontáneo y su cambiante personalidad (entre la periferia agrícola y el núcleo industrial, entre el frenesí cultural y el orgullo político, entre los pequeños chalets y las barracas) me recuerda un barrio que creció fuera de la muralla “Fernandina” de Porto y que ahora esta plenamente integrado en la ciudad y comparte con Poble Sec el carácter ambiguo de quien hace parte de algo sin le pertenecer.

Aunque la zona contenga vestigios de ocupación pre-histórica, los registros más importantes del barrio de Campanhã datan del siglo X y lo describen como una zona esencialmente agrícola cuya función era fornecer benes alimentares al burgo de Porto (habían también pescadores y molineros, pero la actividad principal era claramente la agricultura). Sin embargo, en el siglo XVIII su paisaje ha cambiado fuertemente con la construcción de pequeños palacios de veraneo de la burguesía del Porto que dejaron una marca perenne en el barrio.

En el siglo XIX, no obstante un comienzo traumático (invasiones francesas e luego después la guerra civil entre absolutistas e liberales), el barrio tuvo un gran crecimiento industrial y se desarrolló bastante con la llegada del tren y la construcción de la estación principal de la ciudad e del puente Maria Pia (de Gustave Eiffel). Este desarrollo incentivó la llegada de mucha gente del interior del país y la construcción de un gran número de habitaciones pobres, barracas e “ilhas” (construcciones precarias en el interior de las manzanas) que siguieron siendo un problema hasta la década de 60 del siglo pasado.

Actualmente, aunque la función industrial tenga perdido importancia y el barrio sea parte de la urbe portuense, en su carácter permanece la heterogeneidad de sus habitantes y la riqueza de su historia.