Esto mismo ocurre, a escala más pequeña, en la Calle Alfonso I en Zaragoza, proyectada pocos años después (1866) e inspirada de nuevo en las grandes avenidas haussmanianas en París. La popular calle Alfonso conecta el Coso con la Plaza del Pilar, desembocando frente a la Basílica. Proyectada por José de Yarza Miñana, supuso la creación de una arquitectura nueva, uniforme, con una composición unitaria de fachada, que la convirtió en centro residencial, comercial y representativo de la burguesía zaragozana del siglo XIX y buena parte del s. XX