Como todos sabemos, la Ciutat-Vella de Barcelona es una ciudad romana por excelencia. Situada en un lugar estratégico entre mar y montañas y de camino al centro de la Península tanto por tierra como por mar, los romanos crearon una ciudad organizada con cardos y decumanos encerrada en una muralla. Esto provoca ese gran aumento de la densidad de Barcelona y, como consecuencia, las bajas condiciones de salubridad y accesibilidad que hacen que surjan planes posteriormente para intentar esponjar la ciudad y mejorar la ventilación e iluminación de espacios que empezaban a quedarse residuales.
La Comunidad de Madrid también fue una región importante para los romanos, aunque quizá no por el mismo motivo (lo que diferencia los restos de asentamientos romanos encontrados en cada ciudad). Madrid tenía una situación perfecta para el intercambio comercial por su posición central dentro de la Península, lo que llevó a los romanos a trazar nexos de comunicación y a convertir Madrid en un punto de encuentro alrededor del que se desarrollaron numerosos pueblos (Alcalá de Henares, Boadilla del Monte, Cercedilla…); este uso del territorio es lo que hoy consideramos la Comunidad de Madrid.