Y ahora, entrando en aparente contradicción conmigo mismo, afirmo que Torre Baró es todo lo contrario: es la prueba de que los planes urbanísticos son necesarios en este siglo, la prueba de que construir cuando la relación con el entorno se limita a una línea que diferencia tu terreno del resto del universo no funcionó, fue un fracaso en Torre Baró y en todas partes. Es necesario un urbanista, planos topográficos, curvas de nivel, lápices, dibujitos y todas esas cosas que los arquitectos hacemos. El urbanismo a pie de calle no funciona.
¿Y a dónde quiero llegar? A que acercarse a pie de calle a un barrio o ciudad, y analizarla, le hacen ver algo que todos sabemos pero en lo que no todos pensamos: un barrio o una ciudad, al final, no son los edificios sino lo que sucede entre ellos. Un barrio no funciona si no se estudian a fondo los espacios comunes y cómo se van a vivir. cada escalera, cambio de nivel, banco o pavimento, cada plaza, el tamaño de cada calle... todo cuenta, todo afecta y todo suma o resta. Y no hay fórmula mejor que analizar a metro cincuenta, a nivel de calle, para luego saber qué hacer cuando se extiende el plano o se abre el autocad.
Véase que no comparo Torre Baró con mi población. Vilafranca, como muchos pueblos pequeños, no sufrió este tipo de operaciones de los 50. Sí sufrió las de los 70, pero eso es harina de otro costal...