En el caso de Vitoria-Gasteiz, esta política de conservación del patrimonio natural lleva años llevándose a cabo. Allá en los años 80 se inició un plan denominado el “Anillo Verde” que ha continuado y reforzado en los últimos años. Se trata de un plan de conservación de espacios naturales de interés ubicados alrededor de la ciudad, que son conectados mediante vías verdes, zonas de cultivos colectivos y parques peri-urbanos. De este modo, se conforma una especie de anillo de espacios verdes protegidos que rodea la ciudad. El carácter de estos espacios, igual que Collserola, dista mucho de ser un parque urbano. La naturaleza salvaje se desarrolla libremente con pequeñas intervenciones y mejoras externas, que permiten a esa naturaleza sobrevivir en un entorno que podríamos considerar hostil. Esta serie de espacios hacen que el número de metros cuadrados de espacio verde por habitante ascienda de 26m² a 51,7m² (recordemos que lo recomendado por la OMS es de entre 10 y 15m²/hab.), cifra más que considerable y que habla de la calidad de vida de la ciudad.
Además, este grupo de parques peri-urbanos (como se denominan) permiten al ciudadano tener no solo un espacio de distensión y ocio, sino también un espacio de aprendizaje y de educación medioambiental. Mediante pequeños pabellones o equipamientos, se ayuda a concienciar a la población de la importancia de estos espacios naturales a la vez que se le acerca al medio natural, tan olvidado en la ciudad.
Finalmente, destacar que el éxito de este anillo verde es tal que se está iniciando el plan de protección de un segundo anillo, denominado “el anillo de las Tierras Altas”, que busca proteger espacios más periféricos de la ciudad. Para concluir, es innegable el valor y las bondades de espacios como Collserola para una ciudad, especialmente una tan densa como Barcelona. Por ello los planes de protección y conservación de estos espacios, igual que de los espacios que permitan conectarlos entre ellos, son fundamentales para una ciudad que pretenda crecer sana.